www.paquebote.com > Friedrich Nietzsche
«Este escrito, de poco más de ciento cincuenta páginas, de tono alegre y fatal, como un demonio que ríe (?), es un libro absolutamente excepcional ; no hay nada más sustancioso, más independiente, más demoledor, más malvado. Si alguien quiere formarse brevemente una idea de cómo, antes de mí, todo se hallaba cabeza abajo, empiece por este escrito. Lo que en el título se denomina ?ídolo? es sencillamente lo que hasta ahora fue llamado verdad. El ocaso de los ídolos, dicho claramente : la vieja verdad se acerca a su final.» Así escribió Nietzsche sobre este libro en Ecce Homo. Furiosamente denostado o alabado, y casi siempre mal interpretado, el autor de El ocaso de los ídolos lanza al lector la terrible sospecha de que quizá detrás de toda acción humana, incluidas las moralmente más encomiables, se oculta el resentimiento de los débiles contra los más dotados para la existencia.
Los textos autobiográficos que se reúnen
en el presente volumen comprenden el período de la niñez,
la adolescencia y la época de estudiante universitario de Friedrich
Nietzsche, hasta su acceso a la cátedra de lengua y literatura
griega en la Universidad de Basilea, cuando contaba veinticinco años
de edad. De entre la variedad de textos que se ofrecen al lector, destaca
la autobiografía que escribió a los trece años y que
él mismo denominaría su «primer libro». Asimismo se incluyen
el Diario de la escuela de Pforta y Mirada retrospectiva a mis
dos años de estudiante en Leipzig, texto clave donde Nietzsche
narra su encuentro con personajes como Ritschl, la génesis de sus
primeros trabajos filológicos o su descubrimiento de la filosofía
de Schopenhauer.
A modo de apéndice, figuran dos ensayos del
pensador en los que ya se esbozan algunos de los temas que, de forma magistral,
trataría en sus obras de madurez.
He aquí un libro para espíritus libres, escrito por un espectro solitario, según propia confesión retrospectiva. Al contrario de Kant, Nietzsche no encontró a nadie que lo despertase de su sueño dogmático. Tuvo que hacerlo a solas, en años de peregrinaje, tras su separación de Basilea... y de las románticas sombras protectoras de su juventud. Schopenhauer y su duplicación del mundo como Uno primordial y como ordenados fenómenos de la representación, Wagner y su pomposa secuela: la metafísica de artista: qué lejos queda ahora toda esa brillante hojarasca, barrida por el viento implacable de la crítica de la cultura, allí donde el hombre, con su doble cámara cerebral, la científica y la artística, aprende a desmontar despiadadamente todos los errores (y horrores) que constituyen nuestra historia, humana, demasiado humana. Aquí se hallan las raíces de una psicóloga destructiva, ab inferiori: las raíces de la genealogía y la hermenéutica nietzscheana. El doloroso pero necesario comienzo de toda filosofía de la sospecha. Pocas veces ha brillado tan alto el temple espiritual del pensador que se enfrentó a su propia época, y a sí mismo, orgulloso y feliz, cual Sísifo, de soportar todo el peso del pasado. Humano, demasiado humano, primera manifestación de la gran enfermedad. Una enfermedad que libera de toda presunta -y presuntuosa- salud espiritual.